por Dr. Gerardo Meza C. | Mar 29, 2022 | blog
En la actualidad el Paraguay importa el 100% del Petróleo y gas. procede de los paises que tienen un solo Líder (Autócrata), y en el caso nuestro ese porcentaje es del 100% del petróleo y gas importamos, cifras exclusivas (suficientes) para alterar el mercado.
Se debe de cambiar esta «Política del sistema de energía, y de nuestra Matriz Industrial». Hoy el 99% de nuestra industria producen a «Leña y Carbón», y solamente el 1% a energía eléctrica.
La escalada
de los precios del petróleo y gas, que se ha acelerado especialmente a raíz del
ataque a Ucrania, ha disparado la factura energética de origen fósil de hogares
y empresas en todo el país y ha puesto a
la economía del Paraguay ante un reto
urgente: asegurar su independencia energética y avanzar en la electrificación
de la economía a partir de energías renovables. De Itaipu y Yacyreta-
En la actualidad,
el 100% del petróleo y
del gas importamos,
procede de los países que tienen un solo líder (Autócratas) y en el caso nuestro
ese porcentaje es del 100%, cifras exclusivas (suficientes) para alterar el
mercado. Y este petróleo y gas, utilizado en la “Masa matriz” de los transportes
públicos y privados, es en estos momentos determinante a la hora de fijar el
precio del petróleo y gas, hasta el punto de que el 45 % del incremento de esa
subida que estaba experimentando se debió a la escalada de los precios del petróleo
y gas. Por cada dólares que sube esa
materia prima, sube 1000 guaraníes o más el precio en el mercado minorista y mayorista,
el famoso pool eléctrico.
La
volatilidad de este hidrocarburo ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del
modelo de la “Matriz energética”. Y si antes el país tenía marcada una senda hacia la descarbonización,
con la construcción de las binacionales ahora, con la última comunicación del
Brasil, para que el Paraguay contrate la potencia de la energía que les
corresponde como socio Condómino lo ha
dejado claro: hay que pisar el acelerador aún más. Un modelo que obliga a
repensar la estrategia de suministro y acelerar la salida del petróleo gas, y
electrificar la economía basada en fuentes renovables. De Itaipu y Yacyreta.
DESCARBONIZACIÓN
La opción no
es otra que acelerar la transición energética que ya está en marcha y apostar
de forma decidida por la descarbonización. Esa es la auténtica revolución que Paraguay
debería buscar y transformar la energía que debe mover el pais.
La necesidad urgente de combatir el calentamiento global y apostar por la
sostenibilidad del planeta ya eran argumentos que justificaban esta estratégica
apuesta el Paraguay. Pero esos argumentos se ven ahora más reforzados con el
estallido de las hostilidades. En este contexto, los fondos que el país moviliza
para recuperarse del paso de la COVID-19 aparecen como una oportunidad para
impulsar la transformación. Debemos utilizar nuestra energía hidroeléctrica de
Itaipu y Yacyreta, del 100% de la energía que nos corresponde – se destinarán
al objetivo de descarbonización en el horizonte del año 2030.
La previsión
es que en 2030 el 90 % de todos los nuevos vehículos privados en el Paraguay sean
eléctricos. Y que ese porcentaje crezca hasta el 100 % en 2035.
Paraguay tiene
mucho que aportar en esta transición energética. No solo se trata de un país
enormemente rico en fuentes renovables como las binacionales, también el viento
y el sol, sino que ha decidido asumir el liderazgo investigador, que está
propiciando que estas energías limpias sean cada vez más competitivas. La
mejora constante de la tecnología en las últimas décadas ha permitido que la
energía eólica se convirtiera ya en 2021 en la principal fuente de generación
eléctrica, aportando el 23,3% de los kilovatios producidos. Y la energía
procedente del sol se ha multiplicado también hasta suponer casi el 10% entre
fotovoltaica y térmica. En estos momentos, la mitad de la energía eléctrica en
Paraguay se genera ya con energías renovables, pero aún queda un largo camino
por recorrer para alcanzar el objetivo de la descarbonización en 2035 .
ELECTRIFICACIÓN
CON RENOVABLES
Pero esa
descarbonización pasa por una electrificación intensa de la economía. Si la
última década demostró ser la década de las energías renovables, está será la
década de la electrificación. Y ocurrirá. El desafío está en hacerla más rápida
y lo más extendida posible. Eso sí, electrificar el consumo final tanto como
sea posible es una condición necesaria pero no suficiente: antes tenemos que
haber realizado un despliegue masivo energías renovables.
Para
alcanzar la meta de la electrificación, la transformación del transporte es
básica y es una de las asignaturas pendiente que
Paraguay debe
aprobar. En la actualidad el transporte representa el 100 % de las emisiones
totales de gases de efecto invernadero. La sustitución de los vehículos de
combustión por vehículos eléctricos en las próximas décadas será la clave para
completar esta transformación. La previsión es que en 2030 el 67% de todos los
nuevos vehículos privados en el Mercosur sean eléctricos. Y que ese porcentaje
crezca hasta el 80% en 2050. En esa fecha, la participación de la electricidad
en la demanda final de energía supondrá ya más del 70%.
Junto al
coche eléctrico, los otros grandes retos de la electrificación para reducir la
emisión de gases de efecto invernadero están en la industria, la agricultura y
el sector residencial. Sustituir la utilización de combustibles fósiles para
calefacción en los edificios por electricidad producida por renovables
permitiría reducir casi el 10% de las emisiones. La electrificación es el gran
reto, ambicioso pero posible, que consiste en la sustitución de todas estas
tecnologías que usan combustibles fósiles para su funcionamiento por otras que
utilizan electricidad producida con fuentes renovables de energía.
Y los
beneficios de esta transformación son múltiples. En primer lugar, la
electrificación permite asegurar el suministro de energía de forma segura y
asequible, reduciendo la dependencia de fuentes y materias primas del exterior
y con ello la volatilidad de los precios, dotándolos de mayor estabilidad.
Permite además aumentar la eficiencia energética. Y sobre todo reduce los gases
de efecto invernadero que produce la combustión de combustibles fósiles,
mejorando con ello la calidad de aire y la salud de los ciudadanos y
combatiendo el cambio climático que amenaza a nuestro planeta.
LIDERAZGO Del
MERCOSUR
La apuesta
por las energías limpias y la descarbonización de la economía va permitir a
liderar esta nueva revolución mundial. América del Sur está muy lejos de poder competir con Estados
Unidos y China en otras nuevas tecnologías como pueden ser los semiconductores,
incluso en el desarrollo de la hiperconectividad. Sin embargo, no hay ninguna
duda de que Mercosur, con Paraguay puede jugar un papel destacado, lidera la
transformación energética y está en condiciones de ofrecer al mundo unas
energías limpias y transformadoras con las que moverse y desarrollarse sin
poner en riesgo la salud del planeta.
por Dr. Gerardo Meza C. | Mar 29, 2022 | blog
Reflexionar sobre estos aspectos nos permitirán detectar, en nosotros y los otros, aspectos para mejorar. ser un Líder fuerte y emocionalmente inteligente requiere dosis iguales de autoconciencia, autogestión y humildad.
Cómo
reconocer a un líder fuerte y con inteligencia emocional
El desafío
de los conductores es encabezar equipos diversos en contextos de alta
incertidumbre, donde lo urgente erosiona la energía que requiere lo importante.
Cuáles son las dos habilidades clave para ser un líder sólido
No se trata
del coeficiente intelectual (IQ) de un líder sino de considerar su coeficiente
emocional como medida de las habilidades interpersonales y de comunicación que
posee
No se trata
del coeficiente intelectual (IQ) de un líder sino de considerar su coeficiente
emocional como medida de las habilidades interpersonales y de comunicación que
posee
Existen
líderes que no son conscientes, no han desarrollado o no han llegado a
transformar las habilidades que el mundo hoy demanda para enfrentar desafíos
inesperados, constantes y rápidos. Si consideramos que las fortalezas y
debilidades —sean físicas, mentales o emocionales— son situacionales, ante
alguna circunstancia, o frente a determinados competidores o en algún momento
particular, aquellos que fueron líderes fuertes en un momento podrían dejar de
serlo en otro contexto.
Algo similar
ocurre con los estándares de inteligencia: no se trata del coeficiente
intelectual (IQ) de un líder sino de considerar su coeficiente emocional como
medida de las habilidades interpersonales y de comunicación que posee.
Especialmente hoy, donde la inteligencia artificial y la automatización de procesos
generan interacciones menos humanas que antes, el coeficiente emocional (EQ) se
convierte en un aspecto fundamental para liderar equipos y transformar las
organizaciones.
Saber
identificar a tiempo los comportamientos que denotan debilidad o falta de
inteligencia emocional de los líderes le permitirá a toda organización dar un
primer gran paso hacia su transformación positiva, evitando riesgos que puedan
poner en jaque su futuro.
Una manera
de identificar si una persona que ejerce un rol de liderazgo tiene baja
inteligencia emocional es mediante el análisis de algunas de sus conductas o
manifestaciones. Una de de ellas se refiere a la velocidad para juzgar y sacar
conclusiones. Hoy todo es tan rápido que parece que debemos tomar (y esperar de
otros que tomen) decisiones con gran velocidad. No siempre ser rápido es
sinónimo de ser efectivo y, mucho menos, es un signo de inteligencia emocional.
Las personas con bajo EQ suelen juzgar con velocidad porque no tienen una buena
comprensión de cómo leer las emociones de otras personas, o incluso las
propias. Además, debido a los que tienen esta tendencia a juzgar suelen ser
impulsivos o negativos, tienden a percibir a otros (o a una situación) de forma
negativa antes de darse el tiempo para evaluar el contexto de forma objetiva y
precisa, lo que generará que tengan una visión distorsionada de la realidad,
por lo que lo que harán y lo que dirán (o no harán o ni dirán) será consecuencia
de esta interpretación acotada.
La velocidad
e incertidumbre del contexto actual genera mucho nerviosismo y ansiedad. La
ansiedad es una preocupación excesiva sobre el futuro. Más allá del estrés que
todos podemos experimentar en algún momento, las personas que poseen un elevado
EQ tienen la capacidad de buscar obtener una perspectiva de una situación, con
información desde varios ángulos y practicar la atención plena antes de verse
atrapados por el espiralado camino de la ansiedad.
Las personas
con bajo EQ carecen de empatía. No tienden a escuchar las opiniones y
pensamientos de los demás para poder considerar un punto de vista diferente.
Otro
elemento que evidencia un bajo EQ es no saber aceptar críticas. Aunque todos
decimos estar abiertos a las críticas constructivas, si cuando las recibimos
sentimos enojo, nos cerramos o tratamos de justificar los hechos, es una clara
evidencia de una baja inteligencia emocional. Solo las personas honestas,
seguras de sí y con un EQ elevado pueden aceptar y procesar realmente las
críticas, lo que les permitirá evaluar sus fortalezas y proponerse un camino de
transformación en aquellos aspectos débiles.
¿Alguna vez
han interactuado con alguna persona que parece no escuchar nuestros argumentos,
y que va procesando su respuesta más allá de lo que les estamos diciendo? Las
personas con bajo EQ carecen de empatía. No tienden a escuchar las opiniones y
pensamientos de los demás para poder considerar un punto de vista diferente.
Aquellos que poseen un mayor desarrollo emocional en los aspectos de escucha
tienden a ser percibidos como líderes confiables, lo que redunda en una mayor
satisfacción laboral y fomenta la creatividad de los equipos.
Hoy se habla
de resiliencia como un valor fundamental de las organizaciones, entendiendo por
ella a la capacidad que tiene una persona para superar un hecho o circunstancia
traumáticas. Sabemos que parte de todo proceso de aprendizaje, especialmente
cuando hablamos de innovación, las posibilidades de fallar son muy elevadas.
Las personas con bajo EQ no son resilientes, ya que tienden a concentrarse más
en los errores y tienen muchas más dificultades para recuperarse emocionalmente
de un error, especialmente si el mismo los ha expuesto ante otros.
Aunque
muchas personas tienden a clasificar como débil a un líder tímido, dócil,
deferente o manso, lo cierto es que existen muchos líderes débiles que se
muestran grandilocuentes, egocéntricos, dominantes o dictatoriales. Y aunque
estos logren con éxito algunos de sus objetivos, si las personas no recurren a
él o si no buscan la manera de estar en su equipo, estaremos ante una evidencia
de un liderazgo débil.
La falta de
visión o de estrategia es otra de las manifestaciones de debilidad. Los líderes
débiles tienen la costumbre de no pensar más allá del hoy y, aunque puedan
lidiar con problemas e inquietudes inmediatos, en general se sienten cómodos
con el statu quo. Esta suerte de “miopía” hace que otros lo emulen y se centren
en las tareas inmediatas en lugar de trabajar con una visión y planificación
estratégica coherente y consistente.
El
aislamiento sigue en la lista. Un líder que se mantiene inaccesible y no
disponible, encerrado en su oficina (u aislado virtualmente) transmite un claro
mensaje a los demás: no está dispuesto a participar. El mensaje se asocia más a
un privilegio o como señal de inseguridad. De igual manera, es imposible
concebir a un líder fuerte si es que posee pocas habilidades de comunicación.
Si no puede comunicarse no puede conectarse con otros y, mucho menos, generar
compromiso y transparencia. La capacidad de hablar, de escribir y, sobre todo,
de escuchar activamente son habilidades esenciales de liderazgo. En esta línea,
no menos relevante es la incapacidad de inspirar y de desarrollar a otros. Los
líderes fuertes energizan e inspiran a los equipos para que alcancen niveles
más altos de desempeño y potencial, mientras que los débiles no sólo no generan
este efecto, sino que se enfocan únicamente en hacer el trabajo en lugar de
usarlo como medio para que la gente desarrolle nuevas competencias y
habilidades.
Otra
evidencia de debilidad radica en el doble standard: los líderes débiles tienen
la costumbre de decir una cosa y hacer otra
Otra
evidencia de debilidad radica en el doble standard: los líderes débiles tienen
la costumbre de decir una cosa y hacer otra, considerando que está bien
establecer reglas para los demás, pero ellos se mantienen exentos de
cumplirlas. Esta falta de consistencia es un factor importante en el liderazgo
exitoso, y todo líder debe saber que las personas lo observan en cada paso y
toman las señales de su comportamiento.
Finalmente,
la resistencia al cambio. Toda organización, negocio —incluso podemos
extenderlo a países— están en constante crecimiento y evolución. Los líderes
que se resisten al cambio y la mejora pueden ser arrogantes, complacientes, o
ambos. Creen que las cosas están bien como están y no están interesados en
pasar al siguiente nivel o posicionarse para el futuro, lo que es un gran
riesgo porque dejan la suerte de su organización en manos de las
transformaciones que otros líderes harán. Hoy, no hacer nada o no mejorar es
dejar nuestra suerte en manos de los que sí lo hacen.
Reflexionar
sobre estos aspectos nos permitirán detectar, en nosotros y en los otros,
aspectos para mejorar. Ser un líder fuerte y emocionalmente inteligente
requiere dosis iguales de autoconciencia, autogestión y humildad.