Cómo hacer que funcione la Integración en el Mercosur. Es la pregunta que se plantean gobernantes, analistas, comunicadores, gremios de la producción y ciudadanías informadas de esta región del subcontinente americano, que congrega a 5 países, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela (suspendido sine die en su condición de Estado Parte). Este mecanismo de alianza multinacional posee el potencial intrínseco de generar cuantiosos beneficios tanto para los Estados de menor desarrollo económico relativo, como también para los más desarrollados.
Por Gerardo Meza C. (*)
Como hacer que funcione la Integración. en el Mercosur.Sin embargo, obran pruebas abrumadoras de que no se ha actuado de acuerdo con ese potencial. La dificultad no es la Integración en sí misma, sino la manera en que se la ha gestionado. Es y sigue siendo la economía lo que guía la Integración, sobre todo a través de la reducción de los costos de comunicación y de transporte. Los países más desarrollados, Brasil y Argentina, en ese orden de preponderancia, son los que dictan las reglas del juego y concentran el poder de decisión en el bloque. El propósito central tácito de los miembros predominantes es acercar mayores ventajas y dividendos a sus respectivos lares, echando porcentajes minúsculos de tales utilidades a sus asociados de inferior peso, formulando normas a medida de sus intereses sectoriales, o directamente desairando aquellas de contenido ecuánime que pudieran promover el bienestar de las poblaciones nacionales menos favorecidas por la fortuna, caso Paraguay.
integración. Las dos caras de la Integración
El proceso de la Integración revela un marcado desequilibrio en la distribución de las riquezas provenientes de las transacciones comerciales colectivas, a raíz del cuasi acaparamiento de las rentas estelarizado por brasileños y argentinos, que someten la disciplina comunitaria y bastardean la esencia igualitaria del Tratado de Asunción y Protocolos Anexos para lucrar a expensas de los consocios motejados de “chicos”, hecho que desde hace más de dos decenios conspira contra el crecimiento uniforme de una pluralidad de naciones soberanas nacida con la misión y la meta de construir prosperidad compartida, a partir de la conjugación de talentos, experiencias, conocimientos, recursos y potencialidades puestas al servicio de la Integración.
Ausencia de soluciones de fondo en materia de empleo y pobreza
Paraguay persiste en no articular soluciones de fondo a los estigmas sociales del desempleo y la pobreza; por el contrario, se agudizan, dando amplio espacio de proliferación a la marginalidad sintetizada en la subocupación, la miseria, el hacinamiento en las franjas periféricas de las urbes, y la delincuencia urbana. Datos puntuales al respecto que ayudan a comprender este drama de implicancias sociales, económicas, políticas y culturales publica la Fundación para el Desarrollo Humano Sustentable (FDHS). La subocupación y la pobreza citadina y rural treparon a niveles superlativos en las últimas décadas. Presunciones confiables aseguran que se mantiene invariable la tendencia registrada hasta el momento. Estiman que la subocupación afecta en la actualidad a más de 1.200.000 personas. Si a estas sub ocupaciones se agregan las desocupaciones abierta y oculta, el 47 % de la población económicamente activa, aproximadamente 1.500.000 almas, atraviesan por problemas de empleo.
La situación descrita es grave para el desarrollo del país y todavía más grave si no nos damos por enterado de la gravedad; valga la redundancia para acentuar el trance.
La Integración, ciertamente, ha viabilizado el aumento del PIB en la zona común. El Paraguay, en el trienio 2010/11/12, prácticamente alcanzó el 15%… gracias a un favorable desempeño de producción agropecuaria, con altos rendimientos en el rubro de la soja y la exportación de la carne y derivados (a diciembre del 2017, ascendió a 4,5% del PIB).
Pero, irónicamente, ese superávit productivo/comercial no se aposentó en la inmensa mayoría de la población.
Quienes no están para nada felices con la Integración sostienen que el Mercosur es injusto para los paraguayos. Convengamos en que la razón les asiste, fundados en estadísticas fiables y opiniones autorizadas.
integración Argentina y Brasil. La sociedad organizada del Paraguay expresa cuestionamientos al Mercosur, poniendo de resalto cuanto sigue:
Las reglas que gobiernan la Integración son inicuas y arbitrarias. El Mercosur no se desembaraza de su praxis económicamente ineficiente en asuntos relativos al comercio intra y extra regional, saboteando con esa incompetencia el ideal del proceso de Integración establecido en los convenios suscritos. Brasil y Argentina, con políticas de gobierno poco afines a la comunidad plurinacional, en diversas etapas de la Integración no vacilaron en vulnerar y/o ignorar los acuerdos surgidos del consenso, transgrediendo elementales códigos del comercio internacional, ejemplo, la obstaculización premeditada de la libre circulación de bienes, servicios, capitales y manos de obra por territorio liberado de trabas migratorias y arancelarias, dañosa gobernanza que no solo frenó el proceso de Integración sino que la retrotrajo a estadios en teoría superados.
Obviamente, la gobernanza degradada e investida de políticas en las que prevalecen la soberbia, la prepotencia y la transgresión del orden jurídico vigente desnaturalizan la esencia de la Integración a escala regional, continental y mundial.
Permanentemente Argentina obstruye el comercio paraguayo que transita por su geografía, fuere con destino a nuestro país, fuere con rumbo a los puertos marítimos del Atlántico, imponiendo disposiciones aduaneras unilaterales y abusivas originadas a espaldas del Consejo Mercado Común (CMC), máximo instancia del Mercosur, y desoyendo las regulaciones y recomendaciones emanadas de la propia Organización Mundial de Comercio (OMC). Esta deplorable y mezquina actitud rioplatense se traduce en un mentís rotundo a la Integración, pues ocasiona ingentes pérdidas en metálico a armadores y empresarios y, por lógica añadidura, a la economía paraguaya en conjunto. Las autoridades argentinas desacreditan con desfachatez las denuncias responsables emitidas al respecto por el gobierno y exportadores e importadores paraguayos, argumentando con falacia que se trata de cuestiones privadas ajenas a la órbita oficial, conducta anti societaria que violenta principios básicos del libre comercio acordado por la globalización.
integracion. El diseño, sin duda alguna, es a hechura de la ambición desmedida de Brasil y Argentina), que apelando a subterfugios proteccionistas salvaguardan sus colosales parques manufactureros de la leal competencia intrarregional, pauperizando progresivamente la economía de sus socios menores.
Una Integración gestionada conforme a los preceptos de la supranacionalidad conlleva la cesión de espacios de soberanía en favor de la afirmación del colectivo Inter países, pero de modo alguno podrá debilitar o anular la capacidad jurídica de las Partes para tomar decisiones en negocios claves que involucran el bienestar de los ciudadanos, como los convenios bilaterales de Itaipú y Yacyretá, que si bien no adscriben en las formalidades legales a la Integración regional propiamente dicha, sí comportan compromisos éticos que honrados cumplidamente contribuyen con mayúsculas a jerarquizar la Integración.
La reforma de la Integración
Hoy día todos coincidimos en que lograr que la Integración funcione verdaderamente en consonancia con sus pautas y reglamentos, no constituye tarea fácil. Los países de la Región se agrupan en bloque para mejorar, diversificar, intensificar y acrecentar sus producciones, no solo a los efectos de conservar sus mercados sino de ganar nuevas y rentables plazas, de cara al designio genérico de atenuar las proverbiales crisis y proteger individualmente las economías de los países merced a una sólida, estable y respetable mancomunidad.
integracion Argentina y Brasil.La Integración económica debe ser real, no postiza como sucede en las ligas bolivarianas profundamente ideologizadas donde el componente económico se encuentra por completo subordinado a los devaneos políticos de los autócratas socialistas del siglo XXI.
En su momento, Venezuela (líder bolivariano), Brasil, Argentina, Uruguay e incluso el Paraguay de Fernando Lugo, sentaron filas en una cofradía de primeros mandatarios encabezados y adoctrinados por el controvertido y dogmático Hugo Chávez, a fin de manipular políticamente la Integración e instrumentarla para una perpetuación en el poder, pronunciando agresivos discursos cargados de populismo, demagogia, afanes asistencialistas y denuestos hacia el libre comercio. De haberse propagado y consolidado el nefasto perfil bolivariano en la región, al presente hubiéramos participado en las exequias de la Integración.
La propuesta de la economía marxista – leninista impulsada y defendida por la Unión Soviética, sus satélites, y China continental, fracasó categóricamente EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO. Mientras que la versión latinoamericana simplista y totalitaria del marxismo auspiciada por determinados dictadores de estas latitudes, como el Socialismo del siglo 21, con sus lemas de “democracia participativa” y “socialismo o muerte”, naufragó en sus mismos albores, aunque se mantuvo renqueante por años gracias a la dilapidación del dinero proveniente de la venta del petróleo venezolano. Magro aporte a la Integración económica proveyeron estos modernos déspotas caracterizados por su ceguera política y cojera intelectual.
Cual desenlace vislumbrado del desenfreno bolivariano, el Mercosur se sumió en el caos institucional. Icono emblemático de esa patética época fueron las manifestaciones del entonces presidente del Uruguay, José Mujica, quien sostuvo que “en el Mercosur lo político está por encima de lo jurídico”, justificando así la exclusión de Paraguay, un contubernio entre líderes que pisoteó sin misericordia los fundamentos del Estado de Derecho y atropelló brutalmente los mandamientos comunitarios, propinando una estocada letal a la Integración regional.
La ilícita separación de Paraguay, censurada por juristas de nombradía de la región y el mundo conocido, es el más oscuro episodio en la historia del Mercosur y la prueba más certera de los ánimos disgregantes del caudillismo trasnochado que campeaba en la región. El axioma del Derecho Internacional Pacta sunt servanda (los acuerdos están para ser cumplidos) derivó en letra muerta en esta aérea sudamericana, una simple entelequia carente de soporte y sujeto su acatamiento a la voluntad y capricho de los tiranos de turno y hora.
En consecuencia, para que funcione la Integración se debe de actuar de buena fe, sin dobleces. No hay alternativas ni opciones. Caso contrario, no habrá fuerza humana ni material que pueda encauzar las relaciones internacionales por la senda de la cooperación, la reciprocidad, la interdependencia constructiva y el intercambio fructífero.
La aberración ocurrida en Mendoza, Argentina, el 29 de junio de 2012, con la suspensión de Paraguay, comportó una formidable regresión que sumergió la Integración regional en el negro fango de la deshonra y la infamia.
Hay deberes pendientes, hechos a medias algunos o llanamente desdeñados otros. En ese contexto, la comunidad internacional reconoce la problemática referida a:
A estas alturas ha quedado en firme que el levantamiento de las barreras comerciales, entendida como la desgravación de los aranceles aduaneros, es el dispositivo idóneo que engrasa y pone en funcionamiento el motor de la Integración. Argentina, durante la administración de los Kirchner, Néstor y luego Cristina, estancó el comercio fronterizo aplicando prohibitivos tributos a las importaciones, liberando de impuestos solo aquellos ítems de consumo interno no producidos en el país, una grosera afrenta al buen sentido, la afable vecindad y la complementación entre asociados.
Ese proteccionismo demencial “robustecido” con las excesivas demoras portuarias en el embarque de las mercancías, ocultaban el perverso propósito de echar a perder nuestros productos perecederos y, de rebote, arruinar los mercados de ultramar costosamente captados. La mediterraneidad, la ausencia de costas oceánicas, ha sido desde tiempos remotos explotada despreciablemente por Argentina, que siempre se regodeo entorpeciendo nuestro comercio exterior en su tránsito forzoso por tierras Del Plata, habida cuenta que la alternativa brasileña, el transporte terrestre, resulta mucho más costoso que la opción fluvial navegando la hidro vía Paraguay/Paraná.
En simultáneo, boicotearon el comercio paraguayo con Chile, provocando la descomposición de toneladas de cortes vacunos con destino al país trasandino al quedar retenidos por la represión aduanera argentina los camiones que transportaban la carga. Brasil igualmente ha adoptado medidas similares en tiempos no muy distantes.
La inversión local y extranjera por sí sola no disminuirá ni erradicará la pobreza, flagelo que tiende a empeorar si en esferas públicas se pierden de vista las políticas de pleno empleo definidas por la capacitación masiva y constante de los recursos humanos, requisito que marcha en paralelo con el flujo de capitales dirigidos a la producción.
Además, el nivel de desarrollo de Paraguay amerita la consecución créditos blandos, aranceles preferenciales para sus exportaciones y mayor cooperación económica y tecnológica para de tal manera optimar la infraestructura industrial y vial.
La supresión o sustancial reducción de las deudas adulteradas de las entidades binacionales de Itaipú y Yacyretá con los tesoros de Brasil y Argentina, respectivamente, la libre disponibilidad del potencial energético ocioso en ambas hidroeléctricas para su comercialización al costo del mercado regional, más el precio justo por el remanente obligadamente cedido, son factores igualmente decisivos mirando una eventual derrota del subdesarrollo que acogota al país.
El irrisorio éxito alcanzado con la Integración en el Mercosur a la hora de promover el crecimiento de nuestro país, nos mueve a concretar mercados en Chile, Colombia, Israel, Rusia, etc., donde colocar la producción cárnica, al tiempo de comercializar la soja nacional en los países del Asia.
Con esta mala Gobernanza no puede funcionar una Integración. Argentina y Brasil, con una política proteccionista aumentan sus aranceles y para aranceles a los productos que les dan valores agregados a sus materias prima, sus socios menores, importado desde el Paraguay. (industrialización de sus materias prima)
Para los productores del Paraguay, MERCOSUR, tendría que ser una buena opción para poder pasar de vender tan sólo la materia prima y comenzar con la integración de pasos de manufactura o procesamiento.
Estos errores tienen un mismo origen: no entender el significado de la integración o utilizarlo demagógicamente para que los países socios menos desarrollado, no industrialice sus materias primas, y sean siempre proveedores de materia prima en estado natural (permanente talleres de sus socios de menor desarrollado económico relativo).
Con esta mala gestión, persigue una política de comercio de materias primas que limita el potencial de desarrollo de los países de sus consorcios, lo hace un gran daño a sus “socios”, empobrece a los pueblos, y fomenta la mala gobernanza de la integración.
El Comercio Justo para una integración se basa en la convicción de que a través del comercio se puede fomentar el desarrollo.
Y en ese sentido para los productores de Paraguay. Si Argentina y Brasil, entiende el significado de la Integración (una buena gobernanza). Una buena opción puede ser pasar de vender tan sólo la materia prima y comenzar con la integración de pasos de manufactura o procesamiento, para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y disminuir la pobreza.
Intervención del Estado en la economía. La idea convencional de que la evolución de algunos países más desarrollados (Brasil) se debió por entero al capitalismo libre, es errónea. El Estado brasileño desempeña un papel central en las finanzas, hipotecas, préstamos para estudiantes, exportaciones e importaciones, cooperativas y pequeñas empresas, servicios sociales básicos, regulación de la banca, garantía de los depósitos, procurando orientar los flujos crediticios a segmentos desfavorecidos. Históricamente el gobierno de Brasil ha desplegado un protagonismo económico incluso mayor a la hora de promover el desarrollo tecnológico y de infraestructuras.
El interrogante al que nos enfrentamos los paraguayos como habitantes de un país de inferior desarrollo es si en la actualidad nuestro Estado es capaz de cumplir un rol análogo al brasileño.
La capacidad de nuestro Estado para controlar las acciones de individuos o compañías se ha visto restringida por los acuerdos internacionales que colisionan con el derecho inmanente de las naciones independientes de tomar decisiones en ejercicio de sus soberanías.
La suscripción de tratados comerciales internacionales podrá impedir que el Estado regule las entradas y salidas de dinero, favoreciendo la inversión especulativa, aunque la liberación del mercado de capitales puede conducir a crisis económicas, justamente por allanar el camino a inversiones no productivas.
A la vez toleramos un sistema de gobernanza regional anárquico y falto de coordinación entre sus piezas fundamentales.
Se requiere, para revertir el aciago panorama, un cambio de mentalidad, la creación de instituciones y la rúbrica de convenciones que aborden la problemática integral que oprime a la zona, que va desde la alteración del clima, pasando por la estabilidad política conforme a los cánones de la democracia representativa, hasta la libre circulación decretada por la economía de mercado.
Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay lanzaron el Mercosur en 1991 para fortalecer e innovar el comercio en la región y construir prosperidad para sus pueblos, aunque se ha tornado un foro político con el ingreso de Venezuela en 2012, escenario al presente felizmente superado.
Nuevos signos políticos en la conducción de los países. En ese sentido, el anterior canciller brasileño había sugerido que el bloque sea más flexible y retome su índole comercial, como lo está solicitando permanentemente Paraguay.
Abrigamos esperanza. Ahora que soplan vientos propicios para la Integración, con el relevo de los presidentes estatistas y el advenimiento de políticos consecuentes con las leyes que patrocinan la preeminencia del sector privado en la economía, es conveniente y oportuno borrar todo rastro de injerencia ideológica dogmática en la región, instituyendo una gobernanza auténtica, aquella que se propone un desarrollo económico, social e institucional duradero, motivando un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado.
Con los nuevos oficialismos en la región, Paraguay y Uruguay lograron el apoyo de Argentina y Brasil para ir flexibilizando gradualmente la rígida estructura del Mercosur y así habilitar rutas más diligentes en los acuerdos comerciales con otros bloques.
La flexibilización del Mercosur. Un insistente planteo de Paraguay en los últimos años, adquirió renovada fuerza dentro del grupo, a partir de una propuesta del presidente de Brasil, Michel Temer, quien opina que el Mercosur debe ser revisado en sus cláusulas cardinales, específicamente la que prohíbe a sus miembros negociar individualmente acuerdos comerciales con otros países y/o asociación de países.
Podemos vivir de manera local, pero cada vez más tendremos que pensar y actuar en términos generales, considerarnos parte integrante de una comunidad global.-
(*) Economista. Autor de la Planificación de Gestión Estratégica del MRE.