El Paraguay que queremos «Insta a integrar nuestra diferencias dentro del respeto de la Constitución y la Ley». Nos preocupa el deterioro de la confianza de la ciudadanía en las Instituciones y pedimos desde este blog a los gobernantes de turno la decisión «mas convincente para el interés general»……….

Nos preocupa el deterioro de la confianza en las instituciones y pedimos a los gobernantes de turno a tomar la decisión «más conveniente para el interés general»

Desde esta página hacemos un llamado   a «integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, y de nuestras leyes».

Instamos a «anteponer el bien común a los intereses particulares», que corresponde a los tres poderes del Estado   otorgar o no su confianza, respetando la Constitución Nacional y las normativas y, en ese sentido a «tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los paraguayos».

Que «el progreso de un país» depende en gran medida «del adecuado funcionamiento del Estado» y alertamos desde esta página web  del «deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones».

Reconocemos que «los desafíos que tenemos por delante no son sencillos», pero estamos convencido de que «los superaremos»: «Confiemos en nosotros mismos, confiemos en Paraguay y mantengámonos unidos en los valores democráticos», «sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro».

Desde el Paraguay que queremos les felicitamos por la Navidad y de transmitirles un mensaje de afecto y buenos deseos para el nuevo año. Esperamos también de nuestras autoridades un mensaje también de compromiso con vocación de servir al Paraguay con lealtad, responsabilidad y total entrega.

Por tanto, desde esta página web les agradezco que me permitan nuevamente compartir con ustedes es estos días de fiestas tan especial. Y lo primero que quiero hacer, naturalmente, es desearles – la mayor felicidad y paz en estos días en los que nos reunimos con nuestras familias y seres queridos.

Y en estas horas queremos tener un recuerdo muy especial con todo nuestro cariño para las familias y personas más afectadas y que más han sufrido –incluso trágicamente– las consecuencias de las inundaciones y las riadas que se han producido en Paraguay durante los últimos meses, como lo fueron otras muchas a lo largo del año.

Se dice –y es verdad– que el mundo no vive tiempos fácil. Quizás nunca lo sean del todo; pero los actuales son, sin duda, tiempos de mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados en muchos ámbitos que provocan en la sociedad preocupación e inquietud, tanto dentro como fuera de nuestro país: La nueva era tecnológica y digital, el rumbo de América del Sur , los movimientos migratorios, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres o la manera de afrontar el cambio climático y la sostenibilidad, entre otras…, son cuestiones, en fin, que están muy presentes y condicionan ya de manera inequívoca nuestras vidas.

Y junto a todo ello, la falta de empleo –sobre todo para nuestros jóvenes– y las dificultades económicas de muchas familias, especialmente aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad, siguen siendo la principal preocupación en nuestro país. Es un hecho que en el mundo –y también aquí–, en paralelo al crecimiento y al desarrollo, la crisis económica ha agudizado los niveles de desigualdad.

Asimismo, las consecuencias para nuestra propia cohesión social de la revolución tecnológica a la que me he referido antes, el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones, y desde luego los últimos acontecimientos de corrupción en varias instituciones públicas, son otras serias preocupaciones que tenemos en Paraguay.

Ahora, se vienen las elecciones municipales que se celebraran en noviembre del 2020 nos encontramos inmersos en el procedimiento de una nueva ley electoral (El desbloque de las listas), con urnas electrónicas previsto para que los candidatos a ser electos con esta nueva herramienta electrónica otorguen transparencia y no deniegue nuestra confianza a los candidatos electos, para las municipalidades.

Así pues, corresponde al Tribunal Superior de Justica, llevar unas elecciones de acuerdo con nuestra Constitución y las leyes, y ese sentido que los candidatos electos tengan el respaldo de la ciudadanía, tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los paraguayos.

Como decía al principio que no vivimos tiempos fáciles; pero también creo que, por eso precisamente, debemos tener más que nunca una confianza firme en nosotros mismos y en el Paraguay, que siempre ha sabido abrirse camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad. Y tenemos razones sobradas para tener esa confianza. El progreso de un país depende, en gran medida, del carácter de sus ciudadanos, de la fortaleza de su sociedad y del adecuado funcionamiento de su Estado.

Sacrificio y superación

Pude apreciar personalmente su generosidad y espíritu solidario, su capacidad de sacrificio y superación, su disposición para ayudar a los demás y anteponer el bien común a los intereses particulares, su coraje en situaciones adversas; cualidades que son expresión de las virtudes cívicas que inspiran a la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos.

Se trata, sin duda —y me interesa especialmente resaltarlo—, de actitudes que han ido forjando paso a paso la personalidad de los paraguayos y moldeando nuestra sociedad actual a lo largo de estas ya cuatro décadas de democracia.

Una sociedad que ha experimentado una transformación muy profunda, como jamás antes en nuestra historia; que vive conforme a valores y actitudes compartidos con las demás sociedades libres y democráticas; que es y se siente profundamente sudamericano   y que no está aislada, sino muy abierta al mundo y plenamente integrada en la sociedad global. Una sociedad que ha hecho frente –y ha superado– situaciones muy difíciles con una serenidad y entereza admirables, demostrando una gran resistencia y madurez. Una sociedad, en fin, emprendedora y generosa, que desarrolla una gran creatividad y un liderazgo indiscutible en muchos campos como la ingeniería, la medicina, la ciencia, la cultura, el deporte o la empresa.

Vivimos en un Estado Social y Democrático de Derecho que asegura nuestra convivencia en libertad y que debería convertir al Paraguay en un país moderno, con prestaciones sociales y servicios públicos esenciales como en educación, seguridad y en sanidad; que debería estar equipado con una gran red de infraestructuras de comunicaciones y transportes de vanguardia, y garantizar como pocos la seguridad de los ciudadanos.

Una Nación, además, con una posición privilegiada geopolíticamente para América del Sur para las relaciones internacionales gracias a su clara vocación universal, a su historia y a su cultura. Quienes nos visitan, invierten aquí o deciden vivir entre nosotros, son testigos de todo ello, lo reconocen y lo destacan. Es mucho, así pues, lo que hemos construido la Represa hidroeléctrica más grande del mundo juntos, lo que juntos podemos avanzar . Y podemos sentirnos muy orgullosos de los valores que inspiran a nuestros ciudadanos, de la energía, la vitalidad y el dinamismo de nuestra sociedad y de la solidez de nuestro Estado. Y creo que es importante decirlo, no por una autoestima mal entendida sino porque es una realidad contrastada que debemos poner en valor.

No caer en los extremos

Ante esa realidad no debemos caer en los extremos, ni en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado. Sin duda queda mucho por hacer, por mejorar y renovar. Para ello es preciso tener una conciencia clara y objetiva de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades; y además, tener una visión lo más realista y completa de cómo y hacia dónde va el mundo.

Todo cuanto hemos logrado —como he comentado otras veces— no se ha generado de manera espontánea. Es el resultado, en última instancia, de que millones de paraguayos, gracias a nuestra Constitución, hemos compartido a lo largo de los años unos mismos valores sobre los que fundamentar nuestra convivencia, nuestros grandes proyectos comunes, nuestros sentimientos e ideas.

Y de entre esos valores, quiero destacar en primer lugar, el deseo de concordia que, gracias a la responsabilidad, a los afectos, la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideologías muy diferentes, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión que habían marcado muchos episodios de nuestra historia. En segundo lugar, la voluntad de entendimiento y de integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, y la ley. Este respeto a nuestras normativas que reconoce la diversidad de ideología que nos define y dentro de esta diversidad, debemos preservar la unidad que nos va dar fuerza.

Y en tercer y último lugar, la defensa y el impulso de la solidaridad, la igualdad y la libertad como principios vertebradores de nuestra sociedad, haciendo de la tolerancia y el respeto manifestaciones del mejor espíritu cívico de nuestra vida en común.

Estos valores llevan muchos años presentes entre nosotros y constituyen una seña de identidad del Paraguay de nuestros días; pero no podemos darlos por supuestos ni tampoco olvidar su fragilidad; y por ello debemos hacer todo lo posible para fortalecerlos y evitar que se deterioren.

El tiempo no se detiene y Paraguay no puede quedarse inmóvil, ni ir por detrás de los acontecimientos. Tiene que seguir recorriendo su camino, sin encerrarse en sí misma como en otras épocas del pasado y levantando la mirada para no perder el paso ante los grandes cambios sociales, científicos y educativos que señalan el futuro.

Los desafíos que tenemos por delante no son sencillos, pero, como en tantas ocasiones de nuestra historia reciente, estoy convencido de que los superaremos. Confiemos en nosotros mismos, en nuestra sociedad; confiemos en Paraguay y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas; sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro. Tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino….

Con ese ánimo y con ese espíritu, El Paraguay que queremos, les deseamos a todos –y de manera especial a nuestro fans, seguidores y lectores, de esta página web– muy felices Pascuas y todo lo mejor para el Año Nuevo 2020.

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